[…] Y supe que mi visión del jardín de belleza había sido una visión real. En el mundo había propósito, sí, y leyes, e inestabilidad, pero todo ello sólo tenía que ver con la estética. Y en aquel Jardín Salvaje, los seres inocentes como mis víctimas estaban destinados a los brazos de un vampiro. Mil cosas más pueden decirse del mundo, pero únicamente los principios estéticos pueden ser verificados, y sólo ellos permanecen iguales.
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