09 abril 2011


Yendo de camino a mi casa, en guagua, me siento con una amiga y nos percatamos que en los lugares del al lado hay un hombre mayor, parecía borracho, pero aun así tocaba la guitarra bastante bien.

Dentro de la guagua, tocaba y cantaba con pasión, con letras preciosas, letras que...según avanzaba más doloroso era.
Hablaban de amor, un amor perdido, y dolía oírlo cantar, no por su voz, sino por la letra de dichas canciones.
Mi ser deseaba llegar rápidamente a mi parada, para parar tal tortura.
Esa melodía, podía conmigo por mucho que intentara pasar de lo que escuchaba, era imposible y me hundía en cada metro que la guagua recorría.
Una vez que me baje sentí alivio hasta que me di de cuenta que dicho señor bajo en la misma, y seguía, seguía cantando pero sin guitarra.
Tan fuerte su voz, tan melancólicas sus palabras que aligere el paso podría decir que casi corrí hasta la puerta de mi casa. Una vez que entre sentí alivio, su voz ya no me perseguía...
Aun así, lo recuerdo todo perfectamente, y es una tortura.

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