Nunca piensas que te pueda pasar a ti...
No crees que te vaya a pasar nunca, porque siempre es a otro a quien le sucede.
27 junio 2011
26 junio 2011
24 junio 2011
Cuando las horas pasan cuesta más suspirar. Encontrar sentido a los minutos que pasan, o a las cosas que haces mientras esperas… mientras no esperas nada, dejas que el tiempo corra, dejando caer cualquier cosa en la espera hacia nada. Voces, voces de los cantantes que cantan esas canciones cuyas letras te llegan al alma o crees que significan algo aunque no entiendas lo que dicen. Le das un significado a lo escribes mientras pierdes el tiempo aquí, mientras piensas: Mejor aquí, que allí…
Sigues perdiendo el tiempo, en la ducha, en la cama… caminando por las escaleras… Te sientes vacío, no quieres hacer nada, solo… esperar.
Paciencia, espera, espera a que se haga tarde, a que se pase tu hora, a que sea el momento de irse, de dormirse.
23 junio 2011
19 junio 2011
18 junio 2011
17 junio 2011
-¿Algo nuevo qué contar?
-Por supuesto, como no. Sabes que siempre hay algo que decir, o terminar de contar…
-Rutina, hermosa rutina… ¿Qué, ya lo han matado?
-Están en ello, como te digo, siempre hay que decir, o terminar de contar… Palabras que van en el aire.
-Me gustaría, si no fuera mucho pedir, una sola cosa.
-Pide por tu hermosa boquita lo que quieras.
-Vale, quiero sus ojos en una caja de cristal
-…Sus… ¿sus ojos?...Pero, ¡¿qué dices?!
-Solo pido eso
Después de la llamada
[…]Me había debatido mentalmente entre la alegría agridulce de verla y su vana ilusión.
Yo estaba allí fuera en alguna parte, bajo la lluvia… La lluvia, que había cambiado varias veces a medida que bajaban las temperaturas, ahora era granizo, y el ruido de pequeñas piedras de hielo contrata el tejado, la despertó.
No habló. Se miro a la tenue luz de la lámpara que había dejado encendida al otro lado de la habitación. Se echó a llorar, al rato, se seco con las yemas de los dedos las lágrimas que corrían por sus pómulos…
[…]El granizo doblo los tallos y obligó a todos los animales a guarecerse, A poca profundidad estaban las madrigueras de los conejos que tanta gracia me habían hecho, los conejos se comían las hortalizas y las flores del vecindario, y a veces, sin darse cuenta, llevaban veneno a sus madrigueras. Entonces, bajo tierra y muy lejos de la mujer o el hombre que había rociado su huerto de cebo tóxico, toda una familia de conejos se acurrucaba para morir.
15 junio 2011
11 junio 2011
07 junio 2011
¿Cuántas más he de pedir?
Ha cambiado la forma de pensar, pero en el fondo todo sigue igual…
-Corriendo hacia el Jardín Salvaje, se ha perdido, no encuentra el maldito jardín, ha desaparecido-
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